El yoga más que ser una práctica física, es un estilo de vida que se rige por un código de ética compuesto por yamas y niyamas, técnicas de respiración (pranayama) y asanas o posturas.
Yamas se podría decir -brevemente- son códigos de ética que buscan traer armonía y paz a nuestro entorno, y los niyamas son cualidades personales que debe cultivar el practicante; estos códigos nos ayudan a controlar la mente trayendo más armonía interna; pranayama son técnicas de respiración que buscan aquietar la mente y obtener más razonamiento y claridad, y finalmente las asanas o posturas físicas son aquello que la gran mayoría de nosotros conocemos.
El asana más allá de ser una herramienta para fortalecer, flexibilizar y sanar el cuerpo, cuando se practica de manera recurrente con la intención adecuada y por cierto tiempo (por esto muchas veces nos quedamos varias respiraciones en la postura) se vuelve una herramienta que permite que el individuo pueda explorar distintos niveles de conciencia observando su práctica y su mente. Las asanas son más que una actividad física, practicada de manera consciente, puede ser una meditación en movimiento. Es una práctica que te lleva hacia dentro, te hace ver cómo te sientes de forma integral.
Te enseña a escucharte, a respetarte.
De este lado del mundo (Occidente), se le ha dado mayor importancia a las asanas o posturas, sin embargo, cada practicante decide qué camino tomar o comenzar por uno en particular, para llegar eventualmente a la integración de todos los componentes.
Personalmente creo que con el tiempo se va generando tal nivel de conciencia con uno mismo, que comenzamos a experimentar una transformación sutil, tal vez cosas que hacías en el pasado, ya no las quieres hacer en el presente, es decir, se generan una serie de cambios orgánicos que muchas veces no esperábamos, por ejemplo nuestra alimentación.
La alimentación yogi tradicionalmente se basa en el Yama Ahimsa que significa no violencia. La no violencia empieza con uno mismo y después con los otros seres vivos, es por esto que principalmente es una dieta vegetariana y/o vegana.
La dieta vegetariana consta en eliminar carnes rojas, pollo y pescado. Hay algunas variaciones, tipos o grados.
Estan los lactovegetrianos que sí consumen lacteos.
Los ovolacteovegetarianos que consumen lácteos y y huevo.
Mientras que los veganos no consumen ningún alimento proveniente de los animales.
Por otro lado, existe la ciencia hermana del yoga que se conoce como Ayurveda que se define como la medicina tradicional de la India. En esta medicina ancestral se explica la existencia de tres cualidades de las que está compuesto el Universo y se le conocen como gunas (cualidades esenciales de la naturaleza). Todo en el Universo está impregnado de esta energía o de estas tres gunas que coexisten en equilibrio.
SATTVA: se caracteriza por la cualidad libre de impurezas, es el estado puro que conduce a la iluminación. Paz, pureza, armonía.
En la comida podríamos hablar de alimentos sáttvicos aquellos que potencian la vida, la pureza, la fuerza, la salud, la alegría y el buen humor, la vitalidad y realmente nos nutren.
Entre ellos encontramos maíz, trigo, arroz, avena, mijo, quinoa, pan integral, frutas y verduras frescas, leches y legumbres, frutos secos, semillas y germinados, té de hierbas, etc. Lo ideal es consumirlos lo más naturales y fresco posible, crudos o ligeramente cocidos. Estos alimentos purifican y ayudan a la mente y generan ecuanimidad, serenidad y tranquilidad. Los alimentos sáttvicos proporcionan energía, aumentan la fuerza, resistencia y ayudan a eliminar el cansancio.
Un alimentación yóguica se caracteriza por comer en su gran mayoría alimentos sattvicos.
RAJAS: es la cualidad llena de pasión, aquella que se enfoca en los logros y el cumplimiento de los deseos. Acción-Inquietud.
Alimentos Rajásicos son generalmente las comidas amargas, agrias, saladas y demasiado picantes, secas o calientes. Los alimentos rajásicos potencian aquello que causa agitación o estrés. Vuelven a la mente incontrolable y codiciosa. Entre ellos encontramos comidas picantes, fuertemente especiadas o muy saladas, sustancias amargas o secas estimulantes como él té, el café, el chocolate, el pescado, los huevos y el tabaco, y si la comida sáttvica se come de prisa aumentan rajas. Los alimentos rajásicos fomentan la codicia, el egoísmo y la violencia.
TAMAS: es la cualidad de la obscuridad, atrapa al alma a través del sueño. Imprudencia, letargia, inercia.
Tamas, los alimentos tamásicos producen pérdida de energía o sensación de pereza. Produce torpeza y lleva a la mente a la ignorancia y a emociones oscuras como desilusión y pesimismo. Entre los alimentos tamásicos está la carne, el pollo, el alcohol, el ajo y la cebolla, alimentos refinados, fritos y comidas procesadas industrialmente fermentados, sustancias rancias o excesivamente maduras. Comida descompuesta o recalentada varias veces. Si los alimentos sáttvicos se consumen en exceso se convierten en tamásicos.
Los gunas existen en todos los seres en diferentes combinaciones y variaciones, así como también en las cosas materiales como la comida.
Fisiológicamente hablando, para lograr posturas más avanzadas se busca cultivar más fuerza, más flexibilidad y mayor estabilidad en las asanas lo cual puede llevarnos a cambiar la forma en la que nos alimentamos.
La práctica puede ser tan intensa o tan tranquila como se desee, puede ser solo meditación, pranayamas o solo asanas (posturas) mientras más intensa quizá la meditación es más extensa, lo pranayamas tienen mayor duración y las posturas se vuelven más avanzadas como equilibrios en manos, torciones o posturas donde se trabaja fuerza, flexibilidad y equilibrio todo al mismo tiempo.
Personalmente, la práctica me ha hecho más consciente de mi cuerpo de cómo se siente y cómo se mueve. Principalmente por esta razón ya no como pollo, ni carne, con el tiempo he dejado la leche y el huevo, pues me di cuenta que me hacía sentir pesada e incomoda y que me costaba digerirlo, aunque sí los sigo consumiendo en algunos postres. Esta conciencia se va adquiriendo con el tiempo y el conocimiento de nuestro cuerpo.
Hablando con diferentes amigos y maestros que llevan practicando desde 2 a 10 años yoga de manera constante, mencionan que la práctica ha generado cambios drásticos en su alimentación y hay quienes dicen que los cambios han sido mínimos. De una una otra manera todos coinciden en que el yoga les ha generado mucha conciencia de su cuerpo y de cómo su alimentación afecta su estado de ánimo, digestión, niveles de energía, e incluso al medio ambiente.
Por más sencillos que han sido los cambios, todos mencionan que han sentido los beneficios de disminuir o dejar ciertos productos o alimentos (harinas refinadas, azúcar, carne, pollo, queso, productos empaquetados, alcohol).
Hay quienes dicen que no necesariamente se volvieron vegetarianos o veganos pero si redujeron su consumo de productos de origen animal. Por otro lado están los que dejaron de consumirlos por completo de un día para otro o de manera paulatina.
Ya sea por conciencia de su cuerpo, del medio ambiente, solidaridad o congruencia con la filosofía y teoría del yoga, todos han tenido de una u otra manera algún cambio en su manera de consumir alimentos.
En general la gran mayoría redujeron el consumo de carne, de lácteos, de productos empaquetados, alcohol y aumentó el consumo de verduras, frutas y leguminosas, cambios que empezaron a suceder porque su cuerpo se los pedía.
La práctica constante del yoga nos lleva a ser más conscientes del cuerpo, de la salud, del movimiento y del entorno que nos rodea. Ya sea por querer lograr la postura, por sentir esa ligereza durante la práctica o por salud, los yogis cuidan su alimentación para poder practicar de manera cada vez más consciente y poder recibir todos los beneficios de este maravilloso estilo de vida.
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